Hipocondria social, desconfianza masiva… y ocho tendencias más que marcarán la vida post Covid-19. Afrontar una crisis natural global nos hará más precavidos y eso determina cambios de comportamiento y valores
El plan de desescalada del Gobierno hace que uno comience a vislumbrar el fin del confinamiento un poco más cerca y se pregunte ¿y después qué? ¿Cómo será entonces nuestro día a día? ¿Cómo y en qué cambiaremos?
No hace falta ser un destacado orador futurista como Rohit Talwar, responsable de la consultora especializada en prospectiva Fast Future, para saber que habrá “un antes y un después” de este confinamiento, y que la vuelta a la “normalidad” tan anhelada por muchos no será un regreso a la cotidianidad previa. Pero escuchando a Talwar y sus colegas, y leyendo informes de prospectiva como Restart: 10 Tendencias Post Covid-19 (publicado por la consultora de innovación Opinno) o los análisis de impacto y perspectivas de futuro del Grupo Havas, se pueden identificar al menos diez grandes tendencias que marcarán esa nueva realidad post Covid-19.
“Algo muy característico de esta crisis natural global que estamos viviendo es que la gente ha reaccionado protegiéndose, y eso determina comportamientos futuros, porque nos haremos más precavidos; y si hace pocas semanas nos reíamos y nos parecía raro que en Japón la gente fuera con mascarilla o que a penas se tocara, ahora esas conductas serán recurrentes para nosotros”, apunta Pedro Moneo, fundador y presidente ejecutivo de Opinno.
Hipocondría social: La salud y la higiene, lo primero
El temor al contagio propio o de familiares no desaparecerá por arte de magia. Según el último informe de Havas (referido a abril) eso preocupa “mucho” al 51% de la población y “bastante” al 34%. Eso significa que la gente se cuidará más a si misma, y también a los demás, que recurrirán más a la medicina preventiva y a servicios de cuidado, actividad física y bienestar.
Medidas de higiene pública, defensa contra el coronavirus
Claustrofobia social: Evitaremos el contacto físico y las aglomeraciones
Ese miedo al contagio también determinará las experiencias con los demás, en especial en lo relativo al consumo y el ocio, pero también a la hora de trabajar. Al hipocondrismo se sumarán la agorafobia y la claustrofobia social, dice el informe de Opinna.
Se evitará el contacto físico y las aglomeraciones, y con ello los espacios concurridos y los cerrados, y eso condicionará por ejemplo la forma de divertirse, pero también la movilidad, sobre todo en lo que se refiere al uso del transporte público o evitar los viajes innecesarios.
Alargolescencia programada: Gastaremos menos y volveremos a reparar
Ese instinto de protección y la repercusión económica de la crisis sanitaria marcarán la vida post Covid-19. Hemos visto que nuestro bienestar y nuestras condiciones de vida son frágiles, de modo que la gente intentará ahorrar más. Y la recesión también provocará que muchos ganen menos, de modo que habrá una tendencia generalizada a gastar menos y crecerá la vida low cost .
“La gente poseerá cada vez menos cosas pero querrá que duren más y que sean más respetuosas con la sociedad y el medio ambiente; será la era de la alargolescencia programada”, vaticina Moneo, que cree que ”vamos a ser más cuidadosos con lo que tenemos y menos locos consumiendo”, y se volverá a la cultura de reparar.
Patriotismo industrial: Priorizaremos lo hecho por la comunidad local
El instinto de protección desarrollado ante crisis de la Covid-19 también impulsará la tendencia al patriotismo industrial, a priorizar la producción y el consumo local para asegurarse el abastecimiento. La globalización tendrá que redefinirse, porque el miedo al desabastecimiento reforzará la importancia de disponer de investigación, producción y suministros propios o muy próximos.
Nuevos héroes: Reconocimiento social al margen de la cualificación
La crisis de la Covid-19 ha evidenciado la importancia de transportistas, empleados de supermercados, personal de limpieza, cuidadores… que se han convertido, junto al personal sanitario, en los nuevos héroes. En la era post Covid-19, el reconocimiento social ya no correrá paralelo a la compensación económica o la cualificación profesional, y por ello quizá las empresas se vean obligadas a cuidar más esos empleos y pensar menos en robotizarlos, y probablemente surjan nuevos líderes que revelen esos valores de solidaridad, riesgo y sacrificio.
Digital por defecto: Dosificaremos los actos sociales y tendrán más valor
El teletrabajo, los contactos y las reuniones en remoto, el ocio y el consumo digital llegaron a la fuerza con el confinamiento, pero se quedarán. Los negocios, la administración y los gobiernos deberán acelerar esa digitalización. Talwar apunta que las nuevas naciones y gobiernos digitales modificaran incluso la forma de gobernar y de relación con y entre los ciudadanos. También aumentarán los nómadas digitales (personas que cambian de residencia o viajan mientras siguen en el mismo puesto de trabajo), y la ciberseguridad y el preservar la privacidad serán todo un reto.
El auge de la vida digital hará que demos más valor a los actos sociales, ya sean reuniones de trabajo, encuentros sociales o trámites presenciales, a los que solo dedicaremos tiempo cuando merezcan la pena o sean realmente imprescindibles.
Eso también significa que tendremos menos oportunidades de juntarnos y menos costumbre de hacerlo, de modo que quizá acabemos buscando la conexión social como terapia.
Trabajo colaborativo: Seremos más solidarios y familiares
Durante el confinamiento se han multiplicado las iniciativas colaborativas y solidarias y los “futuristas” auguran que es una tendencia que se mantendrá después. “Seremos más solidarios y estaremos más pendientes de los problemas comunes y de la familia”, vaticinan desde Havas Group.
En esa línea, aseguran que se intentará dedicar más tiempo “a los nuestros” y menos al trabajo, y que se mostrará mayor predisposición hacia las instituciones y empresas que se hayan mostrado y se muestren solidarias. Empresas, instituciones y particulares tendrán que aprender a colaborar y a trabajar juntos para protegerse ante futuras crisis, según Opinno.
Desconfianza masiva: Buscaremos credibilidad y transparencia
Otra cosa buena que dejará esta crisis, dicen los informes de prospectiva consultados, es la importancia de verificar la información que nos llega. Nos volveremos más desconfiados y buscaremos y exigiremos credibilidad y transparencia, aumentando el rechazo hacia las estrategias frívolas, populistas y la mentira. La nueva era post Covid-19, dicen, necesitará nuevos referentes.
Sensibilidad a la restricción: Atrapados entre las libertades y la privacidad
Las restricciones impuestas por los gobiernos a las libertades personales y empresariales durante la pandemia también dejarán secuelas en la confianza de las personas. Dicen los analistas que viviremos en una sociedad mucho más sensible a su libertad y más conservadora en sus decisiones, y donde la libertad y la privacidad ya no estarán aseguradas ni siquiera en las democracias occidentales.
Sostenibilidad: Más preocupados por el impacto de nuestros actos
Moneo considera que esta crisis cambiará la forma de pensar respecto al crecimiento y el desarrollo y nos impulsará a ralentizar nuestras vidas y a ser más sostenibles. Explica que la apuesta por la tecnología y el crecimiento exponencial –cada año un coche más grande, un móvil más potente…– ha llevado a un mundo globalizado, conectado, más dinámico pero muy inestable, y ahora se buscará una fuerza que lo contrarreste, que será la sostenibilidad.
Y no sólo en términos de cuidar el planeta, sino de preocuparse porque si se crea una familia, un negocio o lo que sea, resulte sostenible, por cuál será su impacto para los vecinos, el medio ambiente, la economía… “Trataremos de buscar un equilibrio entre hacer cosas arriesgadas y nuevas y que lo que hago no repercuta negativamente en la vida de todos”, dice.
Con información de La Vanguardia
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