WeWork, que dirige Claudio Hidalgo en América Latina, busca consolidar su presencia en la región, así como replantear el concepto de flexibilidad en espacios de trabajo.
La crisis sanitaria originada por la pandemia de Covid-19 llevó a las compañías a tomar decisiones difíciles, como cambiar su forma de operar, para permitir que sus colaboradores trabajaran en casa y así evitar el contagio por el nuevo coronavirus.
Para WeWork éste fue un evento que impactó el desarrollo de su negocio. Sin embargo, las empresas, oficinas, instalaciones y empleados deben regresar, aunque no necesariamente a la forma en la que operaban antes, y sí viendo nuevos esquemas de distribución y flexibilidad que permitan a un porcentaje de los trabajadores operar a control remoto desde distintos lugares que no sean sus hogares.
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La visión de WeWork es compatible con esta estructura. La compañía que dirige Claudio Hidalgo para América Latina ha desarrollado un plan a cinco años, basado en la revisión de beneficios de cada uno de los edificios con los que cuenta la compañía, para tener una proyección más clara del panorama financiero.
Una vez ejecutado este plan y cuando se logre un flujo de caja positivo, la empresa continuará con la inversión que promueva su crecimiento. El plan está totalmente financiado por SoftBank, lo que permite tener una liquidez extra de entre 2.5 a 3 billones de dólares.
¿Cómo han sido estos meses, esta temporada de pandemia para WeWork en América Latina?
Si te hablara de los últimos meses, te diría que hemos tenido que reinventarnos todos los días, porque la información sobre la pandemia nos tomó, como a todos, por sorpresa. Te diría que uno puede tomar una decisión y decir: “Me espero a que las cosas sucedan”; nos ponemos a trabajar y comenzamos a descubrir cómo ajustarnos en el camino. [Es] un poco [como] generar el cambio.
Tenemos siete operaciones en Latinoamérica, más de 50,000 miembros; tenemos más de 100 edificios y, por ende, en cada país hemos vivido una realidad de la pandemia diferente. Obviamente, la pandemia nos ha afectado a todos. La realidad es que la pandemia ha sido distinta [en cada país]; eso nos ha permitido aprender desde múltiples experiencias para generar los cambios en nuestra organización.
Entonces, esto nos permitió ver qué mejoras teníamos que hacer. Comenzamos a hacer muchos ajustes en nuestros edificios: todos los temas de “sanitización”, de flujo de los aires acondicionados, de distanciamiento de nuestras salas, etc. Y eso ha sido una constante.
Ahora no tendría que hacer todo: sólo que se traiga a un 20%, quizá, a nuestros espacios, que son flexibles. Al principio, teníamos incertidumbre, porque todos se fueron de las oficinas. Pero, conforme han ido pasando los meses, en vez de mirar como antes a ese pequeño segmento, ahora estamos mirando al segmento completo: cualquiera que use oficinas.
Para nosotros, la torta acabó agrandándose, más que achicándose, con estos cambios.
Desde tu silla, ¿cómo vislumbras el siguiente año, la forma en la que estaremos trabajando, pensando en estructuras, en oficinas?
Vemos dos impactos importantes. Uno es que el work from home se convierte en un work remote, en donde la casa es uno más de los espacios en donde podrás trabajar; y ese work remote puede significar una combinación de lugares. En esa combinación de lugares, necesitas tener flexibilidad para trabajar [adecuadamente] desde cualquier sitio.
El segundo tema tiene que ver con la capacidad de las empresas para poder ajustarse a este nuevo esquema, porque trabajar desde un solo lugar tiene sus beneficios y sus ventajas; dejar trabajar a todos los empleados de forma remota también tiene beneficios y desventajas.
Pero hay que reinventarse en todo lo relacionado con la cultura de la organización, con la creatividad, con la innovación y con el trabajo en equipo. Ése es todo un reto, uno muy importante, para las compañías.
Forbes.
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