Pretendían en realidad convertir una deuda privada en deuda pública, es decir, querían un nuevo “Fobaproa”.
Aunque por fin se vislumbra el final de la epidemia del coronavirus en México y es previsible el triunfo de los esfuerzos del poder ejecutivo federal y de la mayoría de los gobernadores, pues en Jalisco y Tamaulipas no hay claridad; aunque el balance es bueno, hay un grupo de empresarios ligados a la vena más codiciosa de Acción Nacional que se empecinan en desestabilizar al país.
Este grupo, que no incluye a los grandes capitales, es, no obstante, ruidoso. Por medio de las redes sociales y periódicos afines, hablan de un país dividido y tildan al presidente López Obrador de déspota y lo acusan de no apoyar a las empresas, aunque lo que en quieren decir es a sus empresas. Codician administrar el millonario flujo de la reactivación económica de México.
Más del 90 por ciento de nuestras empresas son medias o pequeñas y aportan el 42 por ciento del PIB y generan el 78 por ciento del empleo nacional y a estas se apoya con créditos blandos y hasta con créditos a la palabra. En la segunda etapa del plan, se apoyará a las grandes empresas, pero no se les eximirá del pago de impuestos del 2019, que es lo que pretenden de manera solapada.
La reciente campaña contra el presidente surgió por la negativa de éste para que el gobierno federal avalara a un grupo de empresarios que, arguyendo la epidemia, fueron al Banco Interamericano de Desarrollo en pos de un crédito por 12 mil millones de dólares. Pretendían en realidad convertir una deuda privada en deuda pública, es decir, querían un nuevo “Fobaproa”.
La inestabilidad de que hablan redes y algunos medios informativos, ocurre en esos espacios, no en la realidad. De hecho -vaya ironía-, un grupo panista contrató a una importante encuestadora para medir “la caída” de la popularidad del presidente y se topó con que el 73 por ciento opina que éste ha manejado bien la epidemia y confía en su proyecto de recuperación económica.