Los efectos psicológicos de la cuarentena: la epidemia de la mente

El aislamiento puede provocar ciertos transtornos psicológicos, pero, tranquilos, pasarán

Millones nos hemos visto estos días sometidos a una situación nueva para nosotros, desconocida, inédita. Algo a lo que nunca pensamos que íbamos a enfrentarnos: una cuarentena. De las muchas sorpresas que nos ha deparado la crisis del coronavirus la que probablemente tenga un impacto más masivo sea el aislamiento. El virus afectará a un porcentaje más o menos alto de la población, pero el confinamiento es cosa de casi todos.

No tenemos muchos datos científicos para saber cómo afectan este tipo de medidas al estado de ánimo de grandes poblaciones. Nunca antes en la historia reciente se ha obligado a tanta gente a permanecer en casa. De manera que los psicólogos no son capaces de predecir las consecuencias que tendrá la cuarentena entre los millones de personas obligados a guardarla.

Una revisión de literatura científica publicada ayer en la revista «The Lancet» podría ayudar a entender mejor ese otro efecto secundario de la pandemia: el impacto sobre la salud mental. Existen al menos cinco grandes estudios clínicos de referencia basados en epidemias del pasado, sobre todo, en el evento SARS. La mayoría trata de analizar, a la luz de los datos, cómo ha evolucionado el estado psicológico de los pacientes obligados a permanecer aislados en comparación con aquellos que no se sometieron a ninguna cuarentena durante el mismo periodo. Uno de los estudios más citados es un análisis clínico de decenas de miembros del personal sanitario de hospitales chinos que estuvieron en contacto con pacientes afectados de SARS y que tuvieron que permanecer en confinamiento durante al menos 9 días.

En comparación con la evolución de sus compañeros que no tuvieron que ser aislados, la cuarentena se reveló como el principal factor predictivo para el desarrollo de desórdenes graves relacionados con el estrés. Es decir, aquellas personas que habían sido aisladas tuvieron muchas más posibilidades de padecer trastornos psicológicos una vez pasaron el periodo de confinamiento. Entre los síntomas más comunes registrados se encontraban la fatiga crónica, la irritabilidad, el desapego, la ansiedad y el insomnio. Esa sintomatología aparecía en muchos casos relacionada con actos médicos: personal sanitario mostraba síntomas de ansiedad profunda cuando tenían que tomar muestras o temperatura a pacientes después de superada la crisis del SARS.

Un trabajo realizado en 2009 relacionó los casos de aislamiento en epidemias graves con la aparición de síndrome de estrés postraumático. Entre el personal sanitario este síndrome afloró incluso 3 años después de haberse sometido a cuarentena.

Entre los ciudadanos de a pie, las consecuencias también son medibles. Aproximadamente el 34 por 100 de los dueños de caballos que tuvieron que ser aislados durante varias semanas por culpa de la epidemia de fiebre equina en Australia en 2007 mostraron síntomas de distrés social, tres veces más que los detectados entre la población general. Parece que las consecuencias psicológicas del estado de aislamiento son generalizadas en todos los grupos de edad. ¿Pero por qué? ¿Cuáles son los factores más estresantes de este estado de cuarentena?

En ocho estudios epidemiológicos se ha demostrado que el factor patogénico más importante para la mayoría de los pacientes es el miedo a ser infectado o a infectar a otros. Curiosamente, este miedo se acrecienta entre las personas que están en cuarentena, como si el aislamiento aumentara la sensación de ser agente activo de la epidemia. En estado de distanciamiento, cualquier emoción se hace más aguda, también el miedo al contagio. Los grupos de población donde más se aprecia este temor son las mujeres embarazadas y los adultos con hijos a su cargo.

El segundo factor de ansiedad es, lógicamente, el aburrimiento y la frustración. Cuando la cuarentena es total (y se impide realizar cualquier mínima actividad), la sensación de frustración se acrecienta. En este sentido, varios estudios han demostrado que las epidemias en las que se puede hacer uso de las tecnologías para que las personas aisladas se comuniquen producen menores tasas de morbilidad psicológica y psiquiátrica.

Pocos recursos básicos

Un trabajo realizado con personas aisladas en Canadá durante la crisis del SARS demostró que un porcentaje alto de los pacientes que acabaron sufriendo trastornos psicológicos se quejaron de no haber tenido suficientes recursos básicos en casa durante el confinamiento (alimentos, agua, productos de higiene, juegos…) En este sentido, se ha demostrado que la falta de estos productos genera un agente estresante más añadido al propio confinamiento. El estudio reconoce la importancia de que ante estados de aislamiento, las autoridades prevean el suministro de estos productos a las personas que más lo necesitan.

Después de pasada la cuarentena, los trabajos de varias universidades reconocen que existen otros factores de riesgo psicológico. Destacan la sensación de estigma (el sentimiento irracional de culpa por haber sido contagiado), el temor a la nueva situación económica tras el parón y la hipersensibilización ante la enfermedad (miedo excesivo a volver a ser contagiado).

Todos estos estudios son de gran utilidad para la comunidad de psicólogos y psiquiatras que tengan que enfrentarse a crisis como esta. Conocer qué nos va a ocurrir mentalmente ayuda a prepararnos. Hemos de saber que las sensaciones relatadas en estos artículos son generalizadas y que es muy probable que nos asalten en algún momento de nuestra cuarentena. Pero debemos ser conscientes también de que pasarán. Son pequeños efectos secundarios de una crisis sanitaria. Desde el punto de vista de las autoridades, no estaría de más que tuvieran en cuenta también esta evidencia científica para mantener a la población informada, animada y mentalmente preparada para afrontar el sacrificio.

lazaron.es

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