La sangre azul del cangrejo herradura nos ha dado la vacuna del Covid. El precio a pagar: su extinción

La sangre del Limulus polyphemus, también conocido como cangrejo herradura, ha sido durante décadas usada para el desarrollo de medicinas y vacunas. Más concretamente para aprobar medicamentos, asegurándose de que están libres de endotoxinas. La vacuna contra el Covid que está apunto de llegar a los hospitales no ha sido una excepción. El problema es que la sobrexplotación masiva de esta especie está llevando a este animal al borde de la extinción.

¿Cuál es el uso? El interés de la industria biomédica por el cangrejo herradura radica en su sangre azul, que contiene una proteína extremadamente sensible a la contaminación bacteriana. Es decir, forma un coágulo cuando se encuentra con un patógeno. El agente de coagulación, llamado lisado de amebocito limulus (LAL) es el indicador de bacterias más sensible jamás descubierto y es ampliamente utilizado para probar implantes y medicinas inyectables (incluyendo vacunas). Sirve para medir la presencia de contaminantes bacterianos, llamados endotoxinas, que pueden llevar a un choque aséptico e incluso a la muerte de a quienes se les administra.

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La sangre azul del cangrejo herradura nos ha dado la vacuna del Covid. El precio a pagar: su extinción
La sangre azul del cangrejo herradura nos ha dado la vacuna del Covid. El precio a pagar: su extinción

Desde que se conocen estas aplicaciones médicas, estas criaturas son trasladadas en masa a laboratorios especializados donde los técnicos les extraen sangre. Para obtener el LAL, perforan la concha del cangrejo y drenan alrededor del 30% de su sangre de una vena cercana al corazón y luego los devuelven al mar. El color azul de la sangre se debe al cobre de la proteína que transporta el oxígeno, llamada hemocianina. El LAL está actualmente valorado en unos 25.000 euros el litro. Se podría decir que es oro líquido.

Un sacrificio. Cada año, las farmacéuticas capturan hasta medio millón de cangrejos, los sangran y los devuelven al mar, donde muchos suelen morir. De hecho, estas especies han de pagar un precio muy elevado, ya que la muerte durante el proceso ocurre en alrededor del 15% de los casos. Algunos informes indican, además, que esa mortalidad puede ser incluso mayor debido a las malas prácticas durante su recogida y transporte. Esto, unido a la influencia que está teniendo en los mares el cambio climático, hace que las cuatro especies que existen en la actualidad se encuentren en un grave y creciente peligro de extinción.

En las últimas décadas, la práctica sanitaria, combinada con la sobreexplotación de los cangrejos como cebo de pesca, ha provocado el descenso de la especie. En 1990, los biólogos estimaban que había 1,24 millones de cangrejos desovando en la bahía de Delaware, EEUU, una de las zonas de desove principales y un punto de recolección primordial para las farmacéuticas. Para 2002, la población había descendido a tan solo 335.500. En los últimos años, la cantidad de cangrejos que desovan en la bahía de Delaware ha oscilado en torno a la misma cantidad. El recuento de 2019 estimaba que había unos 335.211. Y desde la pandemia, se ha cancelado el recuento de cangrejos de 2020.

Alternativas. Capturar cangrejos y sacarles la sangre es un proceso prolongado y que además afecta al medioambiente. En 2016, surgió una alternativa sintética al lisado de cangrejos. El factor recombinante C (rFC) se aprobó como alternativa en Europa y varias farmacéuticas estadounidenses también empezaron a utilizarlo. A diferencia del LAL, esta técnica utiliza una proteína clonada del artrópodo como ingrediente activo. Sin embargo, la United States Pharmacopeial Convention, que establece los estándares científicos de los medicamentos y otros productos en Estados Unidos, rechazó incluir el rFCen igualdad de condiciones con el lisado del cangrejo, alegando que no se ha demostrado que sea del todo seguro y planteando la necesidad de dos años más de estudio antes de que pueda ser aprobado para su uso.

No obstante, existen diversos estudios de asociaciones que defienden la preservación de estos animales que afirman que utilizar el rFC supodría una reducción del 90% en la demanda de LAL. Es decir, la mortalidad del cangrejo herradura disminuiría en unos 100.000 ejemplares anualmente tan solo en América del Norte.

Producción masiva. Y con la llegada del coronavirus, ¿qué va a pasar? La salud y la seguridad ciudadana al final es algo primordial. Los conservacionistas temen que, sin rFC u otras alternativas disponibles, la carga actual que soporta la sangre de los cangrejos por las vacunas contra el Covid y los fármacos relacionados podría poner en peligro a las especies y los ecosistemas marinos que dependen de ellos. Un comunicado de Lonza, el fabricante de medicamentos suizo que suministra ingredientes a Moderna, señala que, para probar la vacuna de la empresa, se necesitará una cantidad de lisado equivalente a la producida a lo largo de un día por tres fabricantes estadounidenses.

La sangre azul del cangrejo herradura nos ha dado la vacuna del Covid. El precio a pagar: su extinción. Esto pone sobre la mesa un debate crucial antes de apostar en contra de la supervivencia del cangrejo herradura. Una especie que ha estado habitando los océanos durante al menos 450 millones de años, mientras navegaba con éxito en un cambio climático inconcebible y sobrevivía a varios eventos de extinción anteriores, incluido el impacto de un meteorito que acabó con los dinosaurios. Ahora hemos llegado los humanos a arrebatarles su sangre azul para garantizar, eso sí, nuestra propia salud.

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