Occidente se sorprende por el rápido crecimiento y la capacidad innovadora de China. Para China, sin embargo, los últimos 200 años fueron una anomalía. Frank Sieren de DW dice que es hora de abandonar los viejos clichés
Cuando llegué a Pekín hace 25 años, la política de reforma y apertura de Deng Xiaoping estaba en plena vigencia. Si hubiera predicho en agosto de 1994 cómo se vería China en 2018, me habrían tomado por loco. Nunca podría haber imaginado en ese momento la velocidad impresionante con la que China ha alcanzado a Occidente durante la última década. Durante mucho tiempo, hubo un equilibrio de poder entre Occidente y China. Occidente tenía tecnología, pero China tenía un gran mercado y era la fábrica del mundo. El mundo nunca considero como amenaza las copias de productos occidentales de China.
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Engañados por los estereotipos
Ahora, China se ha vuelto innovadora. Los empresarios chinos han revolucionado el mundo bancario y financiero con aplicaciones como WeChat Pay y Alipay. Los teléfonos inteligentes de Huawei son tan avanzados como los de Apple e incluso han superado a los iPhones en las ventas globales. A principios de este mes, China hizo historia cuando Chang’e 4 hizo un aterrizaje en el lado oscuro de la luna. Los autobuses eléctricos son comunes en China, mientras que en Alemania solo funcionan como parte de proyectos piloto. Cuando se trata de inteligencia artificial, China es tan avanzada como sus rivales.
Algunos en Occidente se preguntan cómo es esto posible. Lo que no saben es que básicamente fueron víctimas de sus propios estereotipos. Pensaron que China solo era buena para copiar, lo que, en retrospectiva –hay que admitir– resultó un poco ingenuo. ¿Cómo un grupo de jóvenes creativos de una población de 1.400 millones de personas no se hace notar a la larga? Tan pronto como el marco económico quedó definido, se dio inició a la innovación.
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La innovación china no es nada nuevo
Esto sorprendió más a Occidente que a China, que tiene una perspectiva diferente sobre su propio país. Mientras que en Occidente era normal considerar a China como un país atrasado, en China se entendía que el país atravesaba simplemente una fase débil temporal.
Ahora, después de 150 años de problemas, el país está de vuelta a su nivel habitual. En 1820, China era responsable de un tercio de la economía global. Luego vino un siglo de humillaciones: desde las guerras del opio hasta la invasión japonesa. Esto, para suerte de ellos, ha terminado.
No hay duda de cómo Occidente pudo poner de rodillas a China: la arrogancia del imperio chino, que se consideró a sí mismo el centro del mundo durante demasiado tiempo y que pensó que podría dar la espalda al progreso tecnológico que se estaba afianzando en Europa, finalmente jugó en contra del país asiático.
La dinastía Qing, que pensó que podría prescindir de la Revolución Industrial, obligó a reformadores como Kang Youwei y Liang Qichao a abandonar China o enfrentar la pena de muerte. En la primera mitad del siglo XX, era imposible controlar a China. Pero desde hace 40 años, el país reabrió sus puertas al mundo.
Hay razones para criticar a los políticos de China hoy. No obstante, no se les puede acusar de haberse quedado atrás en cuanto a tecnología se trata. Después de aprender una dura lección, han hecho mucho para ser incluso más innovadores que el resto del mundo.
El ascenso de Alemania también comenzó a través de copias
En un principio, en China hubo apoyo para que se crearan copias, lo que luego llevó a algo nuevo. Un buen ejemplo de esto son las aplicaciones como WeChat o Meituan que, al desarrollarse en plataformas multifuncionales, han ido más allá y han sobrepasado a muchas aplicaciones en Occidente. Estas aplicaciones pueden, por ejemplo, al mismo tiempo, reservar vuelos o citas médicas, convirtiéndose en “controles remotos” para nuestras vidas, así como lo expresó Connie Chan de la firma estadounidense de capital de riesgo Andreessen Horowitz.
Desde hace mucho tiempo se ha olvidado que Alemania también una vez copió las locomotoras británicas y que la marca “Made in Germany” fue una vez un término peyorativo para las copias baratas de productos británicos. Así, Alemania surgió de la nada en términos industriales y tecnológicos, mientras que China, durante siglos, fue uno de los países más innovadores del mundo, responsable de inventos como el papel, la porcelana, la pólvora y la brújula. Por lo tanto, Occidente debería abandonar sus ideas de que China es un país que solo produce copias baratas, que por cierto fue también la idea que se tenía de Japón en los años ochenta.
Cada vez más, el progreso de China se basa en su creatividad doméstica y parece que estas ideas pronto tendrán un impacto en el desarrollo general de la humanidad. Lo que es particularmente sorprendente es que la capacidad innovadora está teniendo lugar en un Estado autoritario. La respuesta a la incógnita es simple: hay suficiente libertad para la innovación.
Cada día, China se está volviendo un poco menos dependiente de la tecnología occidental. En cambio, Occidente no se está volviendo menos dependiente del mercado chino. Como dijo recientemente el jefe ejecutivo de VW: “El futuro de Volkswagen se decidirá en el mercado chino”.
(few/mn) Con información de DW
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