La historia de éxito del empresario Arturo Calle

Cómo se convirtió Arturo Calle en uno de los empresarios más exitosos de Colombia

A la edad de 12 años, ayudaba a su madre a vender los productos de la granja donde vivía. A los 28 años, luego de largos años de trabajo duro y ahorro constante, logró adquirir un pequeño local de venta de ropa. Hoy en día, es uno de los empresarios más exitosos y admirados de Colombia, tras construir un imperio comercial que factura más de $120 millones de dólares anuales… ¿Cómo lo logró?

El protagonista de esta historia es Arturo Calle, nacido el 13 de agosto de 1938 en la ciudad de MedellínColombia.

Los primeros años de su vida transcurrieron en el barrio Manrique, uno de los lugares más icónicos y populares de Medellín. Más tarde, el joven se mudaría a una finca a las afueras de la ciudad. Allí, él, junto con sus padres y sus nueve hermanos, pasaría el tiempo estudiando y ayudando con las labores campestres.

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Todos los atardeceres al llegar a casa, su padre solía traer consigo un pequeño regalo para cada uno de sus hijos: un dulce, un chocolate o un juguete… Cualquier detalle era bueno para entusiasmar a los chicos. Lamentablemente, debido a una dolencia pulmonar tuvo que ir al médico y, tras una mala aplicación del procedimiento de anestesia general, el señor Calle falleció prematuramente a sus 39 años. Esto hizo que, en su adolescencia, Arturo se dedicara al estudio y al apoyo de su madre con las múltiples tareas de la finca, para así sacar adelante a sus hermanos menores. Entre sus labores cotidianas estaba la producción de frutas, hortalizas y flores. Todas las tardes, el chico se encargaba de comercializar los productos en la plaza de mercado de la ciudad.

Con el tiempo, llegó a ser tan habilidoso en el arte de la venta que los demás productores de la ciudad le solicitaban que vendiera también sus productos a cambio de un pago por sus servicios. Le iba tan bien en el negocio que solía fallar muchísimo a la escuela.

“Arturo Calle era un monito de pelo un poco largo, pecoso, avispado… un ser humano como todos, pero con visión. Me encantaban los negocios, me fascinaba la plata.” -Dijo el empresario en una entrevista.

Ahorrando para iniciar su propio negocio

Esta pasión por ser independiente lo llevó a buscar un empleo más formal a muy temprana edad. Su meta era muy clara: debía trabajar duro y ahorrar al máximo su salario para poder independizarse. De esta manera, se emplea como mecánico industrial en una fábrica de confección de medias llamada “Hilandería Pepalfa”.

Día a día, pasaba sus horas manipulando herramientas, engrasado hasta el cuello y observando y aprendiendo cuanto pudiera. Debido a su actitud frugal, se ganó la fama de ser un poco tacaño entre los obreros de la fábrica, pues en lugar de irse a festejar y beber aguardiente con ellos al finalizar la jornada, prefería ahorrar de su sueldo lo que le quedaba tras aportar en su hogar; y, como pasaba casi todos los días uniformado, no gastaba mucho dinero en prendas de vestir. Incluso, llegó a comprarle a sus compañeros, por un módico precio, el atuendo básico de dotación. La única ocasión en la que se le veía arreglado y elegante, era en la misa de los domingos; allí portaba sus limpios trajes y luego los doblaba cuidadosamente para el próximo fin de semana. Para el joven, esto no era ser “tacaño”, sino “aconductado”. Él tenía un objetivo claro, y estaba dispuesto a hacer los sacrificios que fueran necesarios para lograrlo.

En el año 1965, recibe una oferta laboral de parte del padre de su prometida: mudarse a la ciudad de Bogotá para administrar un almacén de camisas, en el sector comercial de San Victorino. En este lugar trabajó de domingo a domingo como administrador, contador y vendedor de las camisas que llegaban desde Medellín y Pereira. Siempre era el primero en abrir y el ultimo en cerrar.

Para ahorrar dinero en este trabajo, almorzaba en el mismo almacén llevando sus alimentos en un porta-comidas, y recorría todos los días la distancia de su hospedaje al local en bicicleta, evitando así gastar demasiado.

Gracias a esta disciplina, en el año 1966 logra, por fin, su meta: poder emprender algo de manera independiente. Con unos $13 mil pesos colombianos ahorrados, que en la actualidad equivaldrían a unos $3.000 dólares, más un préstamo, el único que ha solicitado en toda su vida, de $4.000 pesos, es decir, $1.000 dólares más, compró su primer local en el mismo sector de San Victorino; un pequeño y antiguo almacén en el que aún se percibían las huellas de un incendio y el cual él mismo había administrado con anterioridad. En este lugar inaugura la tienda “Dante”, dedicada por completo a la ropa masculina.

Como su propósito era brindar una excelente calidad en sus prendas, solía viajar a Pereira y Medellín para establecer acuerdos con las fábricas de confección. Gracias a esto, atrajo rápidamente a un gran número de clientes y, en solo unos meses, pudo abrir una segunda sucursal.

Creciendo con paciencia y disciplina

Tras dos años de trabajo, contaba con los recursos suficientes para abrir una tercera tienda; fue entonces cuando uno de sus clientes más fieles le sugirió que titulara la marca con su propio nombre, en lugar de “Dante”. El antioqueño consideró muy buena la idea, y por esa razón las tiendas de ropa pasaron a llamarse “Arturo Calle”.

El cambio de nombre y la expansión trajeron gran prosperidad a su negocio, lo que lo motivó a crear sus propias fábricas manufactureras, para así tener un mayor control de los diseños y la calidad de los productos. Además, para el empresario era indispensable desarrollar un estilo propio; su marca debía vender prendas masculinas verdaderamente elegantes y exclusivas.

Gracias a la fabricación de productos propios y a brindar prendas de excelente calidad, para finales de la década de los 90 la marca Arturo Calle logró posicionarse en importantes centros comerciales de la ciudad, empezando por el centro comercial Unicentro. Después, la expansión no fue solo local, sino departamental; y, con el pasar de los años, pudo llegar a las ciudades de Cali y Medellín.

Una de las claves de su éxito, fue mantener uniformidad en sus locales. El empresario se preocupaba por capacitar correctamente al personal para que sus tiendas se abrieran siempre a una misma hora y para que la atención al cliente fuera excepcional.

Fueron más de 3 décadas de trabajo duro y constante en las que Arturo nunca perdió el norte y siempre supo que, para ser grande, debía ser paciente. Así, finalmente la marca se expandió por todo el territorio colombiano y, poco a poco, fue generando recordación entre una base de clientes fieles que disfrutaban adquiriendo los elegantes productos que ofrecía.

En el 2011, los arquitectos Gabriel Arango y Miguel Soto inauguran la “Torre Arturo Calle”, el edificio insigne de la compañía e icónico del norte de Bogotá, ubicado en la Avenida Boyacá. Arturo quería que la torre ilustrara la evolución de la marca y fuera un referente para futuras estructuras de la empresa. Además, en la torre se ubicaría el almacén principal de la cadena, un espacio de2.000 m2 en donde hoy en día se realizan la mayoría de los lanzamientos de la marca.

Con la llegada del año 2012, el empresario asume un nuevo reto y logra hacer presencia en el exterior, estableciéndose en Panamá.

Tras el éxito en suelo panameño, en el 2013 se establecen tres sucursales en Costa Rica y una en El Salvador.

En el 2014, la empresa decide innovar, creando nuevas líneas de ropa. Con esta iniciativa nace “Arturo Calle Kids”, la marca de ropa y accesorios para niños de 2 a 12 años. Este proyecto tomó años de investigación y una inversión de $650 mil dólares.

En 2015, la compañía volvió a hacer un lanzamiento, esta vez se trataba de “AC Leather”, una marca especializada en calzado y marroquinería a través de la cual se comercializan zapatos, cinturones, chaquetas de cuero, billeteras, maletas, sombreros y manillas, todos elaborados con cuero de la más alta calidad. Ese mismo año, llegaría “Belt Bar”, un innovador formato que permite a los clientes la personalización de sus cinturones.

En el 2018, se desató cierta polémica luego de que usuarios de Internet difundieran que algunos productos de la marca eran fabricados con telas importadas de China; sin embargo, el empresario ha aclarado en varias ocasiones que esta práctica es necesaria porque la producción local no da abasto para cubrir la demanda del sector textil.

Asumiendo los retos con determinación

Con la inesperada llegada de la cuarentena global por el coronavirus en el 2020Arturo Calle tuvo que enfrentar grandes retos; entre ellos, mantener el sueldo de sus más de 6000 trabajadores, a pesar de que las sucursales físicas de todas las ciudades tenían que permanecer cerradas indefinidamente. Como medida de supervivencia, la compañía hizo una alianza con Ecopetrol y Bio Bolsa, con el fin de fabricar 147 mil trajes de protección para el personal de la salud. Esto le permitió generar un flujo de caja favorable para mantener a su personal.

Además de la fabricación de trajes para el personal médico, la compañía tuvo que buscar otras alternativas de venta, como el fortalecimiento de sus servicios digitales, centrando su estrategia comercial en las ventas a través de Internet y con el uso de herramientas como WhatsApp.

Actualmente, Arturo Calle tiene 82 años y, pese a sus más de 15 intervenciones quirúrgicas, un marcapasos en el corazón y haber sufrido varios infartos, no para de trabajar. Aunque está jubilado de su labor en la empresa y dejo su cargo a su hijo Carlos Arturo, sigue siendo parte de la junta directiva y aporta en la toma de decisiones importantes. Además, se dedica a apoyar iniciativas que fomenten la educación, la salud, la economía y la adquisición de vivienda propia para sus trabajadores a través de la “Fundación Arturo Calle”, la cual creó en 1981 y que a día de hoy ha ayudado cientos de familias colombianas.

Su empresa, por su parte, tiene más de 100 sucursales en América del Sur y Centroamérica, cuenta con más de 6 mil trabajadores y genera ingresos anuales de más de $120 millones de dólares, consolidándose como una de las compañías más importantes de la región.

Así concluimos la inspiradora historia de Arturo Calle, un hombre visionario y trabajador que, con esfuerzo, paciencia, disciplina y determinación, logró crear uno de los emporios más importantes del sector textil y de confecciones de América Latina. En sus propias palabras:

“El don más importante para poder ser un empresario exitoso, es el don de la paciencia. Hay que crecer lentamente, sin afán.”

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