La Estrategia no es una víctima de la pandemia, los planes si lo son.
Terminará pronto este 2020 y un hecho será común a todas las empresas e individuos en el planeta: ¡ningún plan pudo cumplirse! Los propósitos, objetivos y expectativas se evaporaron al ritmo de un virus que nadie esperaba. Solo organizaciones y personas fundamentadas en el ejercicio estratégico podrán afirmar que sortearon con beneficio los problemas. Porque la Estrategia no es una víctima de la pandemia, los planes lo son.
Todo el que considera que la Estrategia es “un tipo de plan” se encuentra entre las víctimas. Y no son pocos, porque ésta confusión sigue bastante activa, tanto en la práctica empresarial como en muchos circuitos intelectuales.
También estarán entre las víctimas quienes insertan la Estrategia en procesos más “sofisticados” pero del mismo espíritu: la planificación o la administración estratégica, por ejemplo.
Es difícil equivocarse en estas afirmaciones, puesto que NINGÚN esfuerzo de planificación pudo contemplar algo como lo que sucedió este año. TODOS los planes fracasaron, y las consecuencias serán duras en los intereses de las organizaciones en el planeta.
Para saber más: Épocas disruptivas requieren nuevas estrategias para competir
Pero en situaciones como éstas (se debería decir precisamente en medio de ellas), la Estrategia se encuentra a salvo. Y ello por una razón elemental: LA ESTRATEGIA NO ES UN PLAN, es un sistema de gobierno orientado a la acción.
(Temática abordada en el libro: «El Pingüino Amarillo: el pensador estratégico y sus procesos mentales»)
En sus orígenes, la Estrategia se definía como el “arte de dirigir las operaciones militares”. Hoy solo ha cambiado el sujeto: operaciones de negocios en lugar de militares. Todo lo demás mantiene la lógica desde hace miles de años.
El mundo de los negocios concluirá por entender un día que la Estrategia es un arte (no una ciencia, a diferencia de la Administración), y uno vinculado a la DIRECCION de las operaciones de negocios, no a su planificación.
Y para reafirmar que la Estrategia no es una víctima de la pandemia, tendrá que precisarse que es un arte de dirección orientado a la resolución del CONFLICTO.
Las operaciones militares, a partir de las cuales nace la noción de Estrategia, son el epítome del caos, el conflicto y la adversidad. Las guerras son el exponente más extremo de todo eso. Y con ello trata la Estrategia.
El ser humano no conoce un sistema de gobierno mejor adaptado para interactuar con el conflicto. En el mundo de los negocios éste se explica fundamentalmente por la existencia del competidor que disputa intereses comunes. Pero no se limita a ello. Conflictos hay de toda índole, y la Estrategia es el instrumento ideal para abordarlos.
El COVID-19 ha representado para organizaciones, personas, comunidades y naciones, un tremendo conflicto. Inédito, profundo y global. Y la Estrategia es el único sistema de gobierno que puede ajustarse a su trato.
La Estrategia gobierna el conflicto a partir de un “software mental” compuesto por Principios Estratégicos. Ellos emergen de la experiencia del ser humano en su historia con la adversidad. Los Principios Estratégicos exponen cursos de acción cuyos resultados ha sido positivos a lo largo del tiempo.
Estos principios no están emparentados con ningún esfuerzo de planificación, son premisas mentales que regulan la conducta cuando se tienen que dirimir situaciones conflictivas. Han demostrado su utilidad por cientos de años y miles de conflictos en los que han sido aplicados.
Siendo éste el origen concreto de la Estrategia, cuesta entender cómo termina considerándose solo “un tipo de plan” en el mundo de los negocios.
Quien aplica Principios Estratégicos en sus actos de gobierno, desarrolla Estrategia. Algunos de estos principios son:
- Estime condiciones
- Compare atributos (puntos competitivos fuertes y débiles)
- La Estrategia condiciona la asignación de recursos
- Convierta el tiempo en aliado
- Todo el mundo debe beneficiarse de las victorias
- ¡Conozca su oficio!
- Aplique Estratagemas
- Active fortalezas contra debilidades, siempre
- Debe saber cuándo luchar y cuando no
- Ganará aquel cuyos hombres estén unidos por un mismo propósito
- Emplee lo normal para distraer y lo extraordinario para vencer
- Planifique la sorpresa
- Sea flexible
- Logre masa crítica
- Haga de la victoria la única opción
- Invierta en recursos de información
- Tome el camino indirecto
- Adopte sistemas y procesos
- Vea las cosas tal como son
- Esté dispuesto a perder
- Enfóquese en el QUE, no en el COMO
- Use la energía opuesta en su propio beneficio
- Delegue, delegue, delegue
- Estudie el terreno
- Tenga cuidado con la especialización
- Reagrúpese y permanezca enfocado
- Etc.
¿Cuántos son los Principios Estratégicos?
Son innumerables, puesto que emergen nuevos y remozados a medida que las personas los siguen aplicando para resolver sus conflictos.
Por esto mismo la Estrategia es Orgánica. Desarrolla sus actividades con orden y método, evoluciona al mismo ritmo que su objeto de trabajo. Tiene el carácter de un organismo, posee la estructura que otorga dinámica a los seres vivos.
Entender, conocer y desarrollar la capacidad de aplicar Principios Estratégicos, le corresponde al profesional de la Estrategia: el Strategos. Éste adoptará el software mental, lo aplicará y enriquecerá a medida que actúe y tenga nuevas experiencias con el Conflicto.
La Estrategia no es una víctima de la pandemia. Y no solamente porque éste sea otro conflicto con el que debe interactuar, también porque es un nutriente para su capacidad de adaptación. La Estrategia se alimenta de las experiencias que obtiene en la adversidad. Así evoluciona.
En situaciones como las que deja el COVID-19, la Estrategia y el Strategos son protagonistas porque todo es tremendamente precario e incierto. Planificar rigurosamente en estas condiciones es difícil. Los “pilotos de tormenta” son más necesarios y útiles que las “burocracias planificadoras”.
La Estrategia privilegia eficacia sobre eficiencia, efectividad sobre método, el QUE sobre el COMO (a ello responde ése polémico y siempre mal entendido principio estratégico de Maquiavelo: “el fin justifica los medios”). Y esto se necesita para navegar en medio de las tormentas.
El tiempo que viene (en la extensión y condiciones que finalmente establezca la pandemia), será más importante definir bien los objetivos que los cursos de acción.
El enfoque debe orientarse a modelar, lo mejor que se pueda, las expectativas (personales y empresariales). Porque cuando hay mucha incertidumbre, la fijación de los objetivos determina la diferencia entre éxito y fracaso. El QUÉ prevalece sobre el CÓMO.
La Estrategia sabe organizarse en estos parámetros.
Por último, y posiblemente como rasgo anecdótico: no es que lo dicho sea nuevo, ¡en absoluto! El mundo de los negocios conoce todo esto hace más de 50 años. Sin embargo persiste en asociar la Estrategia al plan, y en ello peca terca y reiteradamente.
El manejo de los conceptos de Estrategia en los negocios es muy volátil, lamentablemente. Pero esto no es culpa de la Estrategia, más bien de la Administración y la Gerencia que no desean ceder el dominio ideológico, e insisten en situar la Estrategia a la altura de una técnica.
La pandemia, en este sentido, llegó como una ayuda. Porque ratificó el pobre papel que hacen las personas en sus esfuerzos de adivinar el futuro como aprendices de brujo. Sentenció todos los planes que se gestaron a inicios de año y devolvió el mundo como un huracán devuelve escombros que engulle, zarandea y destruye.
El estado vigente de las cosas (ésa “nueva normalidad” a la que quieren aferrarse los que cambian el barco por un bote salvavidas), no puede ser abordado por ningún plan.
Afortunadamente, como la Estrategia no es una víctima de la pandemia, podrá recurrirse a ella. Y en la necesidad y el afán, probablemente ésta haga una de las cosas que mejor sabe hacer: convertir problemas en oportunidades.
Emprendices.