El confinamiento ha sido testigo del trabajo a distancia a gran escala, del aumento de la automatización, de una reevaluación global de la economía asistencial y de una falta más patente de protección social en el seno de la economía de pequeños encargos
El 1 de mayo de 2020 —o el Día Internacional del Trabajo— se celebra en medio de un apocalipsis laboral provocado por una pandemia con la predicción de la Organización Internacional del Trabajo que afirma que prácticamente la mitad de los 3 000 millones de trabajadores activos corren el riesgo de perder sus medios de vida.
Para muchos trabajadores, el confinamiento ha acelerado la llegada del «futuro laboral», un concepto al que se ha hecho referencia en los últimos años en asociación con las oportunidades y los retos planteados por el trastorno tecnológico y los factores económicos estructurales que determinan la calidad de los medios de vida.
Para muchos trabajadores cualificados, ha supuesto el trabajo a distancia. A muchos trabajadores de servicios y manuales les ha planteado un futuro en el que es posible que las máquinas desplacen a las personas, especialmente a medida que las empresas consideren un aumento de la automatización para mejorar su resiliencia futura. Para aquellas personas pertenecientes a la economía de pequeños encargos, el sector sanitario y el sector educativo, ha provocado un replanteamiento global del significado y la naturaleza esencial de estas profesiones. Para las personas inmersas en la economía de pequeños encargos e informal, ha puesto de manifiesto la falta de protección social fundamental y la precariedad del trabajo de subsistencia.
Se necesitan medidas inmediatas de carácter urgente para proteger los empleos, conservar los vínculos entre empleadores y empleados, mantener a flote a los pequeños y medianos empleadores y ofrecer prestaciones complementarias y otras redes de seguridad directamente a los trabajadores y los hogares. En estos aspectos se han centrado los esfuerzos realizados por numerosas economías avanzadas y mercados emergentes, aunque se necesita un mayor apoyo para las economías en vías de desarrollo. Debemos reconocer este momento como una oportunidad de «reconstruir mejor» y sentar las bases de un mercado laboral más resiliente y un mundo más igualitario. A continuación ofrecemos cinco modos de lograr este objetivo:
1. Una apuesta fuerte por la mejora de competencias y el reciclaje
En los últimos años, los gobiernos, las empresas y los trabajadores han empezado a dar prioridad al reciclaje y a la mejora de competencias para prepararse mejor para las alteraciones provocadas por la Cuarta Revolución Industrial. Aunque ha sido un invasor microscópico —y no el auge de los robots— el que ha provocado el desmoronamiento actual del mercado laboral, es evidente que la pandemia acelerará la digitalización y la automatización en diferentes industrias y sectores. Esta situación exige nuevas inversiones y mecanismos para la mejora de las competencias y el reciclaje, en lo relativo tanto a capacidades humanas como a digitales. Mientras que el sector de la formación y la educación en línea ha suscitado un mayor interés por parte de los trabajadores confinados conectados digitalmente, es vital que los empleadores apuesten fuerte por el reciclaje de los trabajadores y que los gobiernos establezcan proactivamente disposiciones relativas a la mejora de las competencias y el reciclaje, y las integren en los enormes estímulos fiscales que están inyectando en las economías con vistas a preparar mejor a los trabajadores para una economía pospandémica.
2. Identificar los empleos del mañana
El Foro Económico Mundial ofreció una visión de los Trabajos del Mañana a principios de 2020. Estos empleos se concentran en gran medida en las profesiones para el cuidado de las personas, el apoyo del planeta, la gestión de nuevas tecnologías y la comunicación de productos y servicios: la economía asistencial, la economía ecológica, las personas y la cultura, los datos y la inteligencia artificial, la ingeniería y la computación en la nube, el desarrollo de productos, las ventas, el marketing y el contenido. Mientras que la pandemia subraya el papel esencial de los trabajadores hospitalarios, de las tiendas de alimentación, los centros educativos y otras profesiones fundamentales, se espera que las oportunidades aumenten en el sector de la Economía asistencial. Del mismo modo, se espera que sigan aumentando los puestos en sectores como la creación de tecnología y la gestión, el comercio electrónico y la economía del conocimiento más amplia. Asimismo, mientras los gobiernos intentan reconstruir sus economías, también surgirán nuevas fuentes de crecimiento —y empleos— de la economía ecológica, la ciencia y la investigación sanitaria, así como las infraestructuras digitales. Para las economías en vías de desarrollo, es todavía más esencial contar con un nuevo enfoque proactivo con respecto a los empleos del mañana, al tiempo que se rediseñan las cadenas de valor global y, con ellas, el modelo de crecimiento impulsado por la fabricación de períodos anteriores.
3. Dar prioridad a la recolocación y la reinserción laboral
El apoyo activo hacia los trabajadores desempleados y en situación de riesgo será crucial para las empresas y los gobiernos. Muchas empresas ya han intensificado sus medidas para prestar apoyo a corto plazo y para recolocar rápidamente a los trabajadores suspendidos temporalmente desde puestos apenas demandados a puestos muy demandados, como los asistenciales y de logística que suelen implicar a más de una única empresa o sector.
En los países en los que los gobiernos tienen implantados sistemas para llevar a cabo estas actuaciones a escala y de manera proactiva, los trabajadores ya están en una situación mejor que aquellos que no los tienen. Así, mientras los gobiernos consideran el próximo conjunto de medidas de estímulo fiscal, también deben dar prioridad a los servicios del mercado laboral para la recolocación y la reinserción laboral, incluyendo la aportación de perspectivas e intermediación en el mercado laboral (servicios de establecimiento de contactos) y la asistencia en la búsqueda de empleo. Hace una década, estas políticas se utilizaron con éxito para gestionar el rápido incremento del desempleo. Habida cuenta del carácter más amplio de la crisis actual, es de vital importancia que dichos servicios se amplíen y estén en situación de gestionar el período de recuperación posterior a la pandemia.
4. Revalorizar los trabajos esenciales y mejorar la calidad del empleo
Cada vez es más evidente que nuestros trabajadores más esenciales se encuentran entre los peor pagados y los que tienen empleos más precarios y que en muchas economías en desarrollo gran parte de la mano de obra formal e informal carece de la protección social básica.
El período posterior a la Gran Depresión y la II Guerra Mundial fue testigo de la formalización del fin de semana y otros derechos de los trabajadores en los Estados Unidos y la creación de redes de seguridad sanitarias y de prestaciones, así como de inversiones generalizadas en educación en todo el territorio europeo. A pesar de ello, a medida que la naturaleza de las economías ha cambiado, la legislación, la normativa y los salarios no se han adaptado a las necesidades de los trabajadores y, en muchos casos, de sus empleadores. Paralelamente a la gestión de las urgencias planteadas por la crisis, es imperativo que los gobiernos, las empresas y los representantes de los trabajadores colaboren para liderar un nuevo cambio histórico con el fin de mejorar los protocolos que regulan nuestros mercados laborales.
5. Una recuperación colaborativa con una nueva configuración
Una colaboración entre empleadores, gobiernos y trabajadores a escala nacional y global será esencial para la recuperación. En enero de 2020 anunciamos en el Foro Económico Mundial la creación de una plataforma denominada Reskilling Revolution dedicada a la mejora de la educación, las capacidades y el empleo para mil millones de personas de aquí a 2030. Actualmente hemos dedicado esta plataforma al apoyo de gobiernos, empresas y educadores para ayudar a los trabajadores y los estudiantes a salir de la crisis, intercambiar mejores prácticas y reconstruir una educación, unas capacidades y unos empleos mejorados para la recuperación posterior a la pandemia.