El área de Italia más devastada por la Covid-19 es un gran polo industrial. No se declaró nunca zona roja debido a las presiones de los empresarios. El costo en vidas humanas ha sido catastrófico

La masacre que los patrones no quisieron evitar

La experiencia de otros países es sumamente útil. La pandemia del Covid-19 llegó a México semanas después que en otras naciones, de ahí que cada día cuenta para analizar lo sucedido por ejemplo en España y así no repetir sus errores. ¿Cómo llegó Italia a convertirse en una tumba donde en solo un mes morían 400% más de habitantes? ¿Qué hicieron, o qué no hicieron los gobiernos? ¿Qué aprendemos? Realizaré un extracto de una dolorosa crónica escrita por Alda Sidera en el portal italiano CTXT Beta, que narra paso a paso, lo sucedido en Lombardía, la región donde empezó una tragedia que quizá pudo aminorarse…

PEQUEÑOS POBLADOS SÍ DECLARABAN ZONA ROJA

El 23 de febrero los positivos en coronavirus en la provincia de Bérgamo eran 2. En una semana, llegaban ya a 220; casi todos en Val Seriana. En Codogno, población lombarda donde el 21 de febrero se detectó el primer caso oficial de coronavirus, bastaron 50 casos diagnosticados para cerrar la ciudad y declararla zona roja. ¿Por qué no se hizo lo mismo en Val Seriana? Porque en este valle del río Serio se concentra uno de los polos industriales más importantes de Italia, y la patronal industrial presionó a todas las instituciones para evitar cerrar sus fábricas y perder dinero. Y así, por increíble que parezca, la zona con más muertos por coronavirus por habitante de Italia –y de Europa– nunca ha sido declarada zona roja, a pesar del estupor de los alcaldes que lo reclamaban, y de los ciudadanos, que ahora exigen responsabilidades. Los médicos de cabecera de la Val Seriana son los primeros en hablar claro: si se hubiera declarado zona roja, como aconsejaban todos los expertos, se habrían salvado centenares de personas, aseguran, impotentes…

LA FUENTE DE CONTAGIOS: UN HOSPITAL

La historia es aún más turbia: quienes tienen intereses en mantener las fábricas abiertas son, en algunos casos, los mismos que tienen intereses en las clínicas privadas. La Lombardía es la región italiana que más representa el modelo de mercantilización de la sanidad y ha sido víctima de un sistema corrupto a gran escala. En el hospital Pesenti Fenaroli, de Alzano Lombardo, un municipio de 13.670 habitantes a pocos kilómetros de Bérgamo, el 23 de febrero llegaron los resultados de los tests de coronavirus de dos pacientes ingresados: eran positivos. 

NO AISLARON A PACIENTES CON COVID-19

Dado que ambos habían estado en contacto con otros pacientes y con médicos y enfermeros, la dirección del hospital decidió cerrar las puertas. Pero, sin ninguna explicación, las reabrieron pocas horas después, sin desinfectar las instalaciones ni aislar a los pacientes con Covid-19. Es más: el personal médico estuvo una semana trabajando sin protección; un buen número de sanitarios del hospital se contagió y extendió el virus entre la población. Los contagios se multiplicaron por todo el valle. El hospital resultó ser el primer gran foco de infección: pacientes que ingresaban por un simple problema de cadera acababan muriendo por haberse contagiado de coronavirus…

INFAME CAMPAÑA PUBLICITARIA: BÉRGAMO NO SE ENFERMA

Sin ningún pudor, el 28 de febrero, en plena emergencia por Coronavirus –en 5 días se habían alcanzado los 110 infectados oficiales en la zona, ya fuera de control–, la patronal industrial italiana, Confindustria, inició una campaña en redes con el hashtag #YesWeWork. “Tenemos que bajar el tono, hacer entender a la opinión pública que la situación se está normalizando, que la gente puede volver a vivir como antes”, dijo el presidente de Confindustria Lombardía en los medios. El mismo día, Confindustria Bergamo lanzó su propia campaña dirigida a los inversores extranjeros para convencerles de que allí no sucedía nada y de que ni de broma iban a cerrar. El eslogan era inequívoco: “Bergamo non si ferma / Bergamo is running” (Bérgamo no se detiene).

MILES DE TRABAJADORES OBLIGADOS A TRABAJAR

El mensaje del vídeo promocional para los socios internacionales era un despropósito: “Se han diagnosticado casos de Coronavirus en Italia, pero como en muchos otros países”, minimizaban. Y mentían: “El riesgo de infección es bajo”. Mostraban a obreros trabajando en sus fábricas presumían de que todas las fábricas continuarían abiertas y a pleno rendimiento, como siempre. Tan solo cinco días después estalló el enorme brote de contagios y muertes que acabó siendo el más importante de Italia y de Europa. Pero ni así retiraron la campaña, ni mucho menos se plantearon cerrar las fábricas. Confindustria Bergamo agrupa a 1.200 empresas que emplean a más de 80.000 trabajadores. Todos fueron expuestos al virus, obligados a ir a trabajar, en buena parte sin medidas adecuadas –hacinados, sin distancia de seguridad ni material de protección–, poniéndose en peligro a ellos mismos y a todo su entorno…

SLOGAN: BÉRGAMO NO SE DETIENE

El alcalde de Bérgamo, también se había unido al clamor de no cerrar la ciudad y el 1 de marzo invitaba a la gente a llenar los negocios del centro con el eslogan “Bérgamo no se detiene”. Más adelante, frente a la evidencia de la catástrofe, se arrepintió y reconoció que había tomado medidas demasiado blandas para no entorpecer la actividad económica de las potentes empresas de la zona. El 8 de marzo los contagios oficiales en la Bergamasca habían pasado, en una semana, de 220 a 997. Por la tarde se filtró que el Gobierno quería aislar la Lombardía. 

EL GOBIERNO SE PUSO DEL LADO DE LOS INDUSTRIALES

Después de horas de caos en que muchos abandonaron Milán en estampida, Giuseppe Conte apareció, ya de madrugada, en una confusa rueda de prensa a través de Facebook para anunciar el decreto. No era lo que esperaban los alcaldes de las poblaciones de la Val Seriana: nada de zona roja, sino naranja. Es decir, se restringían las entradas y salidas de los municipios, pero todo el mundo podía seguir yendo al trabajo. Al cabo de dos días, el confinamiento se extendió a toda Italia por igual. Y nada cambió en la zona de la Bergamasca, donde los contagios crecían y crecían al mismo ritmo imparable de sus fábricas funcionando a toda máquina. Los industriales jugaron sus cartas y el gobierno eligió de qué parte iba a estar… Los contagios y las muertes aumentaron imparables, especialmente en las zonas industriales de la Lombardía situadas entre Bérgamo y Brescia. 

LAS FÁBRICAS SIGUIERON ABIERTAS

Un mes exacto después del primer caso oficial de coronavirus en Italia, el sábado 21 de marzo, se llegó al triste récord de casi 800 muertos diarios. Los gobernadores de la Lombardía y el Piamonte –otro gran polo industrial– declararon que la situación era insostenible y que era necesario detener la actividad productiva. El alcalde, que hasta entonces se había mostrado contrario a la medida, apareció por la noche abrumado para decir que sí, que ahora sí, se cerrarían “todas las actividades económicas productivas no esenciales”. Las fábricas de la Bergamasca continuaron prácticamente todas abiertas hasta el 23 de marzo, cuando los contagios oficiales en la zona ya eran casi 6.500.

HASTA LA INDUSTRIA DE ARMAS SEGUÍA FUNCIONANDO

Confindustria había conseguido que se añadieran a la lista de actividades que podían seguir funcionando muchas que no eran de primera necesidad, como las de la industria de armas y municiones. Además, incluyeron una especie de cláusula que permitía, en la práctica, que cualquier empresa que declarase que era “funcional” para una actividad económica esencial pudiese permanecer abierta. Esto hizo que solo en un día, en Brescia, la otra provincia lombarda golpeada por el coronavirus, más de 600 empresas que no estaban en la lista de las esenciales iniciasen los trámites para poder continuar en funcionamiento…

EL DOLOR AHORA SE CONVIERTE EN RABIA

Ninguna autoridad ha estado a la altura, excepto los alcaldes de las poblaciones pequeñas, los únicos que han reconocido –y denunciado– las presiones de los industriales. Ahora, frente a los miles de cadáveres y a una población que empieza a convertir su dolor en rabia, todos se sacuden las culpas. Desde una Bérgamo herida y aún en shock, los ciudadanos empiezan a organizarse para pedir que se esclarezcan los hechos y que alguien asuma, al menos, la responsabilidad de haber permitido que los intereses económicos primasen sobre la salud –es decir, la vida– de los trabajadores de la Bergamasca…

*Yvette Hesse E. Directora de Grupo Editorial Kankun y Gente Q.Roo, revista de negocios y política. 

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About the author

*Yvette Hesse Espinosa. Licenciada en Comunicación. Maestría Administración de Empresas. Diplomados en “Formación de Educadores para la Democracia”; “Derechos Humanos”; “Ventas y Marketing”; “Inteligencia Emocional”; “Formación Social”. Columnista en diversos medios de comunicación. Directora de la Revista Nuestra GENTE Q. Roo. yvette_hesse@yahoo.com.mx @YvetteHesse

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