Se pretende reactivar una actividad que, con casi 25 mil millones de dólares al año, aporta casi el 9 por ciento de Producto Interno Bruto nacional.
En algunos medios nacionales y locales, con un dejo de altivez, se censura la incipiente apertura del turismo no sólo en Quintana Roo sino en todo el país. “Puede traer un brote epidémico” dicen. Sin embargo, tras de que el gobernador Carlos Joaquín ubicara a tal industria como esencial, hoteles y servicios afines de Cancún, casi con timidez han comenzado a salir de su letargo.
Se pretende reactivar una actividad que, con casi 25 mil millones de dólares al año, aporta casi el 9 por ciento de Producto Interno Bruto nacional. Si el volumen es toral para el país, para nosotros la reapertura del turismo es vital, pues no tenemos otros ingresos relevantes. Recién dijo el gobernador que de casa diez pesos que entran al Estado, cinco vienen del turismo. Quizá se quedó corto.
El impacto económico de la epidemia fue tal que, según datos del Instituto Mexicano del Seguro Social IMSS, de diciembre del 2019 al pasado abril se perdieron 84 mil plazas formales, pero si sumamos los 160 mil trabajadores ‘por cuenta propia’ que se fueron al paro, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, serían 244 mil los afectados. El 28 por cien de la Población Económicamente Activa estatal.
Por glosar sólo el ámbito del empleo, el daño es enorme. Para entender la crisis, va una referencia: En 2009, al darse los efectos más graves de la recesión dejada por la influenza, se perdieron casi once mil empleos formales. En lo que va del año, en el Estado se han perdido casi ocho veces más plazas que entonces. Casi tres de cada diez habitantes del Estado están sin empleo.
Tan sólo en este tema, el daño a la economía estatal es grave. Cierto que debe privilegiarse la vida y se deben atender los aspectos sanitarios, pero también lo es que no puede dejarse de lado ni aplazar más la reapertura del turismo, industria vital para Quintana Roo y de la que depende el bienestar social. Las arcas del gobierno no pueden dar despensas de forma indefinida.
El Minotauro
Por Nicolás Durán de la Sierra