Con sus 1.379 millones de personas, China parece el mercado perfecto. Los números juegan en beneficio de las ventas. A no ser que hablemos de desodorantes, por ejemplo.
Y es que estos productos no funcionan demasiado bien en este país ni otros de Asia. Pero, ¿por qué? La respuesta no es la higiene personal, sino las necesidades de la población china, el marketing y un pequeño alelo que lo modifica todo.
¿Por qué nos huele el sobaco?
Puede que nunca te lo hayas preguntado, pero muchos científicos han observado detenidamente por qué nuestro sudor puede resultar tan desagradable en algunas ocasiones. Esta información es crucial para desarrollar nuevos productos de higiene personal, pero también lo es para comprender por qué en China la venta de desodorantes es miles de millones más baja que en otros países con cuatro veces menos población.
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El sudor se produce en las glándulas ecrinas y apocrinas, y la secreción es inodora, es decir, no huele. ¿Entonces? En los sobacos (y en las zonas más velludas) existe una mayor concentración de glándulas apocrinas, las cuales segregan grasa además de la mezcla de agua y sales típica del sudor. Aunque la secreción no huele, como decíamos, en nuestra piel viven un montón de bacterias.
Estas, cuando son “alimentadas” por este tipo de secreciones, producen una cantidad de productos de desecho que son los causantes del mal olor. Es decir, las bacterias de nuestra piel devoran la grasa y el resto de la secreción produciendo una serie de sustancias volátiles malolientes.
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Entre dichas bacterias se han identificado a Corynebacterium spp., Staphylococcus spp. o Micrococcus spp., aunque parece que hay bacterias de todo tipo y de hasta 19 grupos diferentes. La ropa, la humedad y la temperatura corporal hacen de nuestros sobacos un ambiente perfecto para que crezcan las bacterias. Los desodorantes, sin embargo, ayudan a retener el olor, a controlar las poblaciones bacterianas y a estabilizar las sustancias que se degradan. En definitiva, ayudan a que nuestros sobacos no huelan tan mal.
China, la genética y los desodorantes
110 millones de dólares (las ventas de desodorante en China en 2016) uede parecer mucho dinero pero, en realidad, esta cifra es bastante decepcionante si tenemos en cuenta que con varios cientos de millones de personas menos, Estados Unidos facturó en 2016 unas cuarenta veces más. ¿Qué está pasando? ¿Por qué no funcionan los desodorantes en China?
Si estás embutido en un autobús de este país, probablemente te habrás dado cuenta de que, a pesar de que te rodee una veintena de personas sudorosas el olor no es especialmente fuerte (no estamos hablando de otros olores, sino del corporal). Esto se debe, principalmente, a un gen llamado ABCC11. La población asiática tiene un alelo (una variante) para dicho gen que cambia radicalmente la composición bioquímica del sudor.
El gen ABCC11 también está implicado en la formación del cerumen de las orejas o la cantidad de sebo segregada
El gen ABCC11 también está implicado en la formación del cerumen de las orejas o la cantidad de sebo segregada. En concreto, el genotipo rs17822931, predominante en la población asiática, está asociado a una menor producción de sustancias volátiles, lo que quiere decir: menos olor. Por tanto, en China es bastante fácil que el sudor, sencillamente, no huela, o huela muchísimo menos (un ligero toque ácido que se percibe muy de cerca, según han analizado los investigadores).
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Este gen es considerado uno de los más seguros y mejor estudiados al respecto de su expresión humana. Tanto es así que existen genetistas como George Church que abogan por introducir deliberadamente mutaciones como éstaen el acervo general humano. Esto, por supuesto, sería una eugenesia en toda regla, es decir, una modificación genética que busca la mejora del ser humano mediante técnicas artificiales (y que no es legal). Pero oleríamos todos mucho mejor.
Una cuestión cultural: el marketing contraataca
Mientras que en otros países el sudor es considerado un elemento desagradable contra el que luchar, en Asia en general éste es visto como un símbolo de esfuerzo y superación. Es decir, se considera de forma culturalmente muy distinta, tal y como explicaba Hugo Sáez hablando de la publicidad al respecto de estos productos y la importancia de que no implique tanto un problema de higiene corporal, o al menos no tan grave y desagradable.
Esto ha supuesto un serio problema para las compañías (como enlazábamos en la introducción) de productos destinados al cuidado personal, que en décadas no han podido poner a flote este mercado. Sin embargo, que nada detenga un buen negocio: estas compañías “han reinventado” el producto. En agosto de 2016 la venta de desodorantes en Asia recibía un empujón interesante.
La razón parece ser el cambio radical del concepto: en vez de desodorantes en spray o roll-on, cremas desodorantes hidratantes para el cuidado personal. Es decir, ya no hablamos de un producto meramente higiénico, sino que han convertido estos productos en un elemento estético y de salud personal más.
De esta manera, la estrategia ha cambiado radicalmente el enfrentamiento, ganando mercado y esquivando un problema cultural que afecta a toda Asia. Una cuestión causada por una pequeña variación genética que supone ganar o perder millones de dólares en ventas.
Por Santiago Campillo, xataka
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