Se cree que los restos, entre ellos un ancla, un cañón y lingotes pig iron usados como lastre, corresponden a un velero inglés de finales del siglo XVIII o inicios del XIX
El Instituto Nacional de Arqueología e Historia (INAH), informó que arqueólogos subacuáticos localizan vestigios de un naufragio de hace más de 200 años en aguas de Quintana Roo. El pecio “Manuel Polanco”, nombrado así en honor del pescador que lo ubicó e informó al INAH, es el número 70 registrado en la Reserva de la Biosfera de Banco Chinchorro.
Poco a poco comienza a revelarse la historia de un velero, cuyo naufragio ocurrió, probablemente, a finales del siglo XVIII o inicios del XIX. Los arqueólogos subacuáticos teorizan que los tripulantes de aquella embarcación hicieron un último esfuerzo para evitar la catástrofe. Esto lo infieren a partir del hallazgo de un ancla ‘activada’, es decir, que fue lanzada al mar con la intención de sujetarse a la barrera arrecifal, y fue a tal grado que hoy continúa ceñida e integrada por completo al sistema coralino.
No obstante, esa acción fue en vano pues la embarcación comprobó, del peor modo, por qué al falso atolón de Banco Chinchorro se le conoció por siglos como el ‘Quitasueños’. Los vestigios del velero representan el pecio número 70 registrado por la Subdirección de Arqueología Subacuática (SAS) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en esta reserva natural quintanarroense.
Laura Carrillo Márquez, investigadora de la SAS y responsable del Proyecto Banco Chinchorro, explica que fue en pasados meses cuando se realizó una primera jornada de inspección a fin de registrar, mediante dos sesiones de buceo, la localización en GPS del derrelicto y hacer una inspección general del mismo.
Será en la segunda fase de trabajo —la cual se llevará cabo una vez que pase la contingencia sanitaria por covid-19— cuando los especialistas vuelvan a campo para levantar planos, ahondar en las características del contexto y quizá tomar algunas muestras para indagar en su temporalidad.
“Solo permanecen los elementos sólidos, muy concrecionados al arrecife”, describe Carrillo al enumerar algunos de los objetos registrados en el reconocimiento inicial: lingotes pig iron que se usaban como lastre, algunos tubos, un cañón de aproximadamente 2.5 metros de largo y un ancla ‘almirantazgo’, término que designa a las guías que emitía el reino inglés para los fabricantes de estas herramientas.
No obstante que algunos de los vestigios parecen indicar una filiación británica, la investigadora del INAH aclara que esta hipótesis deberá ser corroborada o descartada, mediante análisis que se harán meticulosamente, cuidando el equilibrio ambiental del sitio.
Manuel Polanco pescador, no obstante que ahora está retirado de la actividad, en las décadas de los 60 y 70, halló restos de diversos naufragios, entre ellos dos de los más icónicos en Banco Chinchorro: “40 Cañones” y “Él Ángel”.
El pescador octogenario también ha destacado por ser un activo colaborador en la protección del patrimonio cultural sumergido, pues desde aquellos años ha dialogado con los arqueólogos y especialistas en pro de la conservación de esta herencia.
Así, en los años 90, Manuel llevó al ingeniero Peter Tattersfield hasta los fragmentos de un barco que nombraron “El Inglés”, el cual fue registrado años después.
Tattersfield, un entusiasta de la arqueología subacuática y asiduo colaborador de la SAS, contactó en meses pasados al titular de esta instancia del INAH, Roberto Junco Sánchez, e inició las gestiones entre Manuel Polanco y los arqueólogos subacuáticos Laura Carrillo y Nicolás Ciarlo. Fue así como comenzaron las investigaciones de este gran hallazgo.
Por Alejandra Moncisbays, nitu