La rumia persistente puede ser un atributo que nos permite pensar para salir de la desesperación, un proceso mejorado a través de la psicoterapia
En los últimos años ha surgido un consenso de que las psicoterapias, en particular la terapia cognitivo-conductual (TCC), se clasifican de manera comparable a medicamentos como Prozac y Lexapro como tratamientos para la depresión. Cualquiera de las opciones, o las dos juntas, a veces pueden aliviar el trastorno del estado de ánimo. Al observar más de cerca ambos tratamientos, la TCC, que profundiza en los patrones de pensamiento disfuncionales, puede tener un beneficio que podría convertirla en la mejor opción para un paciente.
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La razón puede tener sus raíces en nuestro profundo pasado evolutivo. Los estudiosos sugieren que los humanos pueden deprimirse para ayudarnos a centrar la atención en un problema que podría hacer que alguien no esté en sintonía con la familia, los amigos, el clan o la sociedad en general, un estado de marginado que, especialmente en el Paleolítico, habría significado un pero seguro destino trágico. Según este relato, la depresión surgió como un estado de ánimo para hacernos pensar detenidamente sobre los comportamientos que pueden habernos hecho desanimar porque algún problema en nuestras vidas es socialmente problemático.
Vía | scientificamerican
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