¿Le apuesta a que la Fiscalía lo considere testigo cooperante y así asegurar su libertad?
En un principio se creía que Lozoya simplemente llegaría al país para admitir su culpabilidad, ahorrarle diligencias a la Fiscalía General y luego pactar una condena en torno a los siete años de cárcel. Pero todo indica que no será así.
El ex director de Pemex no quiere pasar más tiempo detenido. La experiencia en una prisión en España ha terminado por cimentar esta decisión. Se sabe que el detenido llegará a México dispuesto a aportar información, aportar evidencias comprobables y, lo más definitivo, para declarar ante un tribunal. La recompensa será ser considerado testigo y que Alejandro Gertz Manero no presente cargos en su contra.
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La inquietud que flota en el círculo rojo es hasta donde llegará la onda expansiva de sus dichos. Hasta que punto persiste su malestar con Enrique Peña Nieta, Luis Videgaray y los actores del calderonismo que frecuentó en la transición del 2012.
El proceso que se iniciará en la justicia nacional permitirá constatar hasta que punto se sostienen las historias sobre Odebrecht que Lozoya contaba en sus despachos de la CDMX y de Nueva York. En esa privacidad Lozoya decía que nunca había cobrado dinero de Odebrecht, que nunca necesitó enriquecerse de modo ilegal por el patrimonio de su familia y de la de su esposa Marielle Hicks.
La historia de Lozoya habla de 10 millones de dólares en sobornos de los cuáles la mitad fueron para funcionarios del sexenio de Felipe Calderón y la otra mitad al entorno de Enrique Peña Nieto. Menciona a una mujer misteriosa que fue la encargada de cobrar. Pero hasta ahora siempre se ha cuidado de decir su nombre.
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