Sucesos como que Carlos Slim, a la cabeza de un nutrido grupo de magnates, en apoyo a la lucha contra la epidemia, haya decidido adelantar el pago de sus impuestos o, en la misma línea, el que una empresa como Wal-Mart se haya visto obligada, por fin, a pagar los gravámenes que por años evitó, para ellos no son temas de interés nacional.

El retorno de las giras a la agenda del presidente López Obrador, con mascarilla o sin ella, ha dado insólito auge a una evanescente oposición política en su contra, aunque no estoy cierto de que la palabra “política” sea la adecuada. Hasta hoy las voces que lo acosan no han pasado de meros arrebatos de grupos de poder que se han sido desplazados de sus viejos cotos financieros.

El que medios noticiosos y algunos sitios cibernéticos orquesten una andanada de censuras por la nimiedad de si el mandatario usará o no mascarilla en su viaje a Cancún, da idea de la talla de sus disque opositores. La ojeriza en su contra es tal que si llegara a ponerse una mascarilla azul, Acción Nacional lo acusaría de usar sus colores, que la inquina y la vacuidad van de la mano.

Noticias, sucesos como que Carlos Slim, a la cabeza de un nutrido grupo de magnates, en apoyo a la lucha contra la epidemia, haya decidido adelantar el pago de sus impuestos o, en la misma línea, el que una empresa como Wal-Mart se haya visto obligada, por fin, a pagar los gravámenes que por años evitó, para ellos no son temas de interés nacional.

Cualquier triunfo de “López”, como algunos le dicen con aristocrático desdén, es para ellos una derrota; que el revés económico dejado por el Covid 19 no haya sido lo grave que se esperaba, no es obra suya, sino de la suerte, y en igual caso va el manejo de la epidemia en la que el tenaz Hugo López-Gatell se desgasta explicando la enfermedad a unos senadores que no quieren oírlo, sino acusarlo… hasta de misoginia.

Esta oposición no puede ser tenida como política, pues no lo es. No se basa en las tesis propias de la materia, sino en rabietas de comentaristas y notables que, como dije, perdieron sus cotos; fugitivos del servicio público. Con una amplia mayoría de votos el presidente López Obrador llegó a la “Silla del Águila”, y lo hizo porque México cambió, aunque ellos se nieguen a entenderlo…

No se trata de una persona, sino del fin de un sistema.

Por Nicolás Durán de la Sierra

About the author

Escuela de periodismo Carlos Sepién García. Filosofía y Letras de la UNAM. Escritor, editor y periodista. Comentarista político de Radio Fórmula y Radio Turquesa. Director de la Gaceta del Pensamiento. Ha recibido diversos galardones y nacionales. www.gacetadelpensamiento.com

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