Triglicéridos. A los dos meses de tomar sólo agua con azúcar, ratas desarrollan también hígado graso
La obesidad es una alerta temprana del desarrollo del síndrome metabólico. No es una característica física solamente; la obesidad es también una enfermedad, en la que los niños de México ocupan el primer lugar en el mundo.
Quien padece síndrome metabólico tiene más riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, diabetes mellitus tipo 2, pero también ciertos tipos de cáncer, afirma Marcia Hiriart, investigadora de la UNAM.
El síndrome se caracteriza por obesidad central (ese abdomen difícil de reducir), hipertensión ligera (el límite no debe ser mayor a 120/80), triglicéridos y colesterol malo altos, así como intolerancia a la glucosa y resistencia a la insulina: donde hay mucha pero los tejidos no responden bien a ella, pues “si de repente se genera mucha insulina y uno no ha comido, nos viene una hipoglucemia”.
Todos esos son signos prematuros de que algo se está descomponiendo en el organismo, sostiene la doctora Hiriart, quien estudia las alertas tempranas en la epidemia de sobrepeso y obesidad.
Avisos tempranos
En un modelo en ratas hermanas o con la misma carga genética, sin tendencia a engordar ni a desarrollar diabetes mellitus, Hiriart y colaboradores evalúan el efecto de una dieta alta en azúcar, no en grasa. La concentración es de 20 gramos de azúcar en 100 mililitros de agua. Es un porcentaje intermedio entre un refresco y un jugo (éstos contienen hasta 30 g).
Triglicéridos, primera alerta de síndrome metabólico. A los dos meses de tomar agua azucarada, “que les fascina”, las ratas Wistar ya tienen signos de síndrome metabólico, especialmente los machos. En las hembras, los estrógenos parecen ser un factor protector a corto plazo, pero sí desarrollan el síndrome metabólico.
Según resultados preliminares, lo primero en elevarse son los triglicéridos, dice la investigadora del Instituto de Fisiología Celular. También desarrollan pronto hígado graso. La grasa de la panza es muy activa metabólicamente y puede invadir otros tejidos, como el hígado; es distinta de la subcutánea.
También te puede interesar:
Riesgos a la salud por sedentarismo
Como parte de la respuesta inmune, los glóbulos blancos, al detectar que la grasa del abdomen crece, la invaden y “producen una inflamación de bajo grado”.
Triglicéridos, primera alerta de síndrome metabólico. Esa inflamación permanente es uno de los mecanismos que propicia otras enfermedades, pues destila “un montón de compuestos” que estimulan la secreción de insulina y llevan al agotamiento de las células beta. Además, las células adiposas no acumulan adecuadamente la grasa y la liberan hacia el resto del organismo.
Se observó también que a los dos meses la grasa ya está en el marcapasos del corazón, lo que propicia su hiperinervación (aparecen nervios del sistema simpático que secretan noradrenalina y adrenalina, que aumentan la frecuencia cardiaca).
En estos animales que toman agua con azúcar se registran arritmias desde los dos meses de tratamiento por esta razón. Aunque en el ser humano todo este proceso es más lento, igual nos podemos enfermar.
Nos gustan los líquidos azucarados: aguas de sabores con azúcar, los refrescos (primer lugar mundial en consumo de Coca Cola), entre ellos también los de dieta que contienen edulcorantes. El champurrado de agua con torta de tamal, “una bomba de carbohidratos”, muy socorrida como desayuno por muchos mexicanos.
Acciones preventivas
Para evitar desarrollar el Síndrome Metabólico, Hiriart recomienda dejar de consumir líquidos azucarados y tomar agua potable. Es necesario enseñar los beneficios de su consumo, principalmente a los niños. En todas las escuelas debe haber bebederos.
Aunque no descarta tomar de vez en cuando algún líquido azucarado, recomienda mejor traer agua en una botella reutilizable para no contaminar.
Antes, señala Hiriart, las botellas de plástico tenían un recubrimiento con Bisfenol A o BPA (se evapora con el calor), que se ha demostrado que aumenta la probabilidad de desarrollar obesidad. Se dice que ya no lo tienen, “pero tal vez tendrán alguna otra cosa” dañina.
Una dieta balanceada es necesaria para mantener un peso corporal adecuado. Hay que comer raciones pequeñas y “no repetir un platillo tres veces”. Hay azúcar donde no sabemos: todo el pan la contiene, el de caja y el bolillo.
Así como los productos chatarra y los alimentos procesados (catsup, yogurt…), contienen dulce, edulcorantes, o sustitutos que “tampoco son lo más sano”.
Recomienda por eso saber leer el contenido de las etiquetas y celebra la reforma que obliga a un nuevo etiquetado claro y de fácil comprensión sobre los ingredientes poco saludables (altos en azúcares, grasas saturadas, calorías, sodio…) de alimentos y bebidas industrializadas.
Para prevenir, mejor que curar, es necesario el ejercicio: correr o caminar, nadar, bailar, “lo que les guste hacer”. Nos daña estar frente a las pantallas, no por las radiaciones, sino por estar sentados mucho tiempo.
Finalmente, Hiriart resalta que el hombre primitivo caminaba mucho para cazar y durante el camino, comía lo que encontraba a su paso (frutas, verduras, hierbas, a veces un mamut o un ciervo). En cambio, ahora nosotros no queremos caminar ni media cuadra y vamos a cazar… pero al súper.