Resulta urgente acelerar los compromisos asumidos en el marco de la Agenda Regional de Género y la Agenda 2030

La XIV Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe se lleva a cabo en un momento en el se conmemoran importantes hitos de distintas agendas regionales y mundiales sobre la igualdad de género y los derechos de las mujeres.

Esta Conferencia coincide con la celebración de los 40 años de la aprobación de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer y los 25 años de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer: Acción para la Igualdad, el Desarrollo y la Paz, y se realiza a 5 años de la aprobación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y a 3 años de la aprobación de la Estrategia de Montevideo para la Implementación de la Agenda Regional de Género en el Marco del Desarrollo Sostenible hacia 2030.

En el contexto regional actual, resulta urgente acelerar los compromisos asumidos en el marco de la Agenda Regional de Género y la Agenda 2030 para hacer frente a los múltiples desafíos que plantea un escenario económico en continuo cambio debido a las transformaciones económicas, tecnológicas, demográficas y climáticas que están teniendo lugar. Existe una asimetría internacional entre agentes económicos, en el comercio internacional y en la capacidad de innovación y generación de nuevas tecnologías, así como entre los principales países emisores de gases de efecto invernadero y aquellos países que son más vulnerables a los efectos del cambio climático.

La región está creciendo menos, a la vez que se incrementan las desigualdades y la pobreza aumenta. Esto plantea una situación compleja en lo que respecta al gasto social y, sobre todo, a las políticas que repercuten en la vida de las mujeres. La persistencia de los nudos estructurales de la desigualdad de género exige redoblar los esfuerzos para cumplir los compromisos asumidos por los Gobiernos a fin de superarlos.

En la primera parte de este documento, se evalúan los avances realizados para lograr mayores niveles de igualdad de género y autonomía de las mujeres. Por un lado, los países han progresado de manera significativa en lo que se refiere a la construcción y jerarquización de estructuras institucionales para el diseño y la coordinación de políticas de igualdad de género. Esto ha conllevado la consolidación de un marco normativo sólido para hacer frente a la violencia por razón de género contra las mujeres y para conseguir una participación más igualitaria de estas en los procesos de toma de decisiones, así como la construcción de sistemas de información para visibilizar la situación de las mujeres y las múltiples discriminaciones a las que se encuentran sujetas.

Por otro lado, el desempeño económico y distributivo de América Latina y el Caribe no ha sido suficiente para superar las desigualdades de género. Además, la heterogeneidad estructural, económica y social presente en la región sigue constituyendo un obstáculo para la garantía de los derechos de todas las mujeres y niñas.

En la segunda parte, se analizan los procesos de globalización económica y financiera, la revolución digital, la economía del cuidado y el cambio climático, y sus principales efectos en la vida de las mujeres en un contexto económico cambiante. Mediante la implementación de políticas públicas adecuadas, estas tendencias pueden representar una gran oportunidad para transitar hacia un nuevo estilo de desarrollo que ponga la igualdad de género en el centro. Sin embargo, la desigualdad en la región está muy condicionada por la estructura productiva y, si esta no se modifica, dichos cambios podrían dificultar el cierre de brechas e incluso favorecer el surgimiento de nuevas amenazas para la igualdad entre hombres y mujeres.

En primer lugar, los beneficios de la globalización económica y financiera no están siendo distribuidos de forma equitativa, y los efectos diferenciados de las políticas comerciales, financieras y fiscales podrían acrecentar las brechas mencionadas. En segundo lugar, las tecnologías disruptivas de la era digital están transformando la sociedad, al revolucionar las comunicaciones, la generación de información y el acceso a esta, y también el sistema económico, dado que modifican las formas de producción, gestión y gobernanza.

Estas tecnologías tienen un enorme potencial para acelerar los compromisos relacionados con la igualdad de género y avanzar hacia el cambio estructural propuesto por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Sin embargo, las asimetrías internacionales, la segmentación y segregación laboral de género y el déficit de capacidades para satisfacer las demandas de la era digital son problemas que todavía deben resolverse en la región para poder aprovechar plenamente el potencial de la revolución tecnológica.

La economía del cuidado, por su parte, también tiene un enorme potencial para contribuir a la diversificación de la estructura productiva de la región, la generación de empleo, el crecimiento económico y el desarrollo sostenible. En la actualidad, el aporte de ese sector se encuentra sostenido —aunque invisibilizado—, por un lado, por el trabajo no remunerado de las mujeres y, por otro lado, por el trabajo remunerado de las mujeres en empleos precarios y menos valorados desde el punto de vista económico y social.

Los desafíos relacionados con los cuidados se exacerban ante los diversos efectos producidos por los cambios demográficos que está experimentando la región: entre ellos, el envejecimiento y la migración. Por último, la discusión sobre el cambio climático se ha centrado sobre aspectos económicos y sociales, pero ese análisis no ha considerado suficientemente la situación de las mujeres y las desigualdades de género que se reproducen y potencian debido a este fenómeno mundial.

Ante estas tendencias que amenazan la sostenibilidad de la vida, es imprescindible cuestionar los fundamentos del sistema económico mundial y realizar cambios dirigidos a generar las condiciones necesarias para la igualdad. Entre las propuestas para hacer frente estos desafíos, se encuentra la formulación de una nueva generación de políticas públicas integrales que aborden la autonomía de las mujeres en sus tres dimensiones —física, económica y en la toma de decisiones—, así como sus interrelaciones.

Se requiere un compromiso global con un enfoque de responsabilidades comunes pero diferenciadas, a fin de impulsar un nuevo y renovado multilateralismo que fortalezca la acción colectiva para la provisión de bienes públicos regionales y mundiales. También es necesario aumentar la resiliencia frente a perturbaciones financieras, comerciales, tecnológicas y climáticas; equilibrar los múltiples intereses internacionales y evitar la concentración de capitales, capacidades y tecnologías, y asegurar la protección social universal y los derechos humanos de todas las personas.

En este documento, se plantea la necesidad de generar inversiones en sectores que apunten a un cambio estructural y de fomentar el crecimiento económico y el aumento de las innovaciones, teniendo en cuenta las características de los países de la región y el potencial de las mujeres para lograr transformaciones en nuestras sociedades.

Finalmente, para acelerar la implementación de la Agenda Regional de Género y hacer frente a los desafíos emergentes, es preciso contar con datos, estadísticas e indicadores oportunos y relevantes, que muestren cómo los cambios macroeconómicos, tecnológicos, demográficos y climáticos pueden afectar de manera diferenciada a los distintos sectores de la población. Para ello, es necesario que existan mecanismos de coordinación a nivel nacional con un enfoque intersectorial que garantice la transversalización de la perspectiva de género en toda la producción del sistema estadístico nacional.

Con este objetivo, deben seguir promoviéndose las alianzas entre quienes producen y quienes utilizan la información, superando las desconfianzas institucionales, fortaleciendo capacidades —tanto en lo referente al enfoque de género como en temas relacionados con la producción, el análisis y el uso de información estadística— y garantizando el presupuesto necesario para la producción de información.

Las desigualdades de género son un obstáculo para el desarrollo sostenible, y los cambios en el escenario que enfrenta la región son una manifestación de la urgencia de avanzar decididamente hacia estilos de desarrollo que contemplen en sus cimientos la igualdad de género y la autonomía de las mujeres, así como la garantía de los derechos de todas las personas sin excepción.

Alicia Bárcena

Secretaria Ejecutiva
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)

DOCUMENTO COMPLETO: https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/45032/S1900723_es.pdf?sequence=4

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