Aún es prematuro precisar el tipo de alteraciones cognitivo-afectivas y sus dimensiones.
¿Cómo celebrará la población mexicana este 2020 las fiestas de Fin de año, conocidas en el lenguaje coloquial como el Maratón Lupe-Reyes?
La pandemia de la Covid-19 limitará esas fiestas y las reuniones sociales. Al menos en parte esa fue la experiencia en las celebraciones de la Semana Santa y del Día de muertos. De tal suerte que también los profesionales de la salud mental deberán estar atentos a los efectos en la población, advirtió Germán Gómez Pérez, académico de la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza de la UNAM.
“En términos generales, al haberse limitado ciertos episodios de enorme significado cultural, este hecho ha causado impacto en la vida cotidiana de un número elevado de personas”, agregó el psicólogo. “Además, aunque el problema es visible, aún es muy pronto para precisar cuáles serán los efectos en la población afectada”.
Ante la posibilidad de cancelar la ritualidad de las fiestas mexicanas de fin de año como las posadas, Navidad y año nuevo, Gómez Pérez adelantó que el efecto más notable se verá en el impedimento de la celebración del 12 de Diciembre. “Más del 60 por ciento de la población, se asumen creyentes de la fe guadalupana”. Ahora bien, las festividades navideñas de más significado son las Posadas, la cena navideña y el festejo por la llegada del año nuevo, a las que se agrega el día de la visita de los Reyes magos, todas de tradición católica.
Desde la perspectiva del psicólogo, las fiestas tienen causas y efectos diferenciados. No se celebran de manera similar en todos los estratos sociales. La celebración más extendida y de mayor devocionalidad religiosa, recordó, es la del 12 de Diciembre, día de la aparición de la virgen de Guadalupe, advocación de la virgen María. De todas las festividades del año, el 12 de diciembre y el Día de las madres aparentemente son las más significativas.
Ahora bien, desde hace casi treinta años las posadas han devenido de ser un preámbulo de la Noche Buena a convertirse en una jornada de “reventón” y consumo. Perdieron la devoción, acotó el académico.
De acuerdo con una encuesta aplicada hace aproximadamente una década sólo el 30 por ciento de la muestra reportó que organizan las posadas con el ritual de los peregrinos. A dos terceras partes no les importó el ritual. “Desde ese punto de vista el efecto por cancelar las Posadas no es tan grande comparado con otras festividades rituales”, informó el académico de la FES Zaragoza.
En cuanto a la Noche buena debe señalarse que es un evento que celebran de manera predominante los estratos medios. No está tan presente en los sectores de menores ingresos. Organizar una cena navideña modesta requiere de un gasto a veces difícil de costear. “De modo que tampoco el efecto poblacional será extenso. Además, la Noche buena ha perdido también su condición religiosa. Desde hace cincuenta años es sólo una reunión familiar”.
La fiesta por la llegada del año nuevo perdió su ritualidad social; máxime con el advenimiento de las actitudes escasamente gregario/familiares de los jóvenes millennials y centennials, quienes prefieren las celebraciones con amigos cercanos.
Respecto del día de la llegada de los Reyes magos, con toda seguridad la gran mayoría de la población seguirá manteniendo esta tradición, aunque no es de convivencia ampliada, sino más intrafamiliar. “De ahí que cancelar la festividad de la Virgen de Guadalupe aparezca en esta perspectiva como un riesgo de impacto macrocolectivo”, resumió el investigador.
En respuesta a cuál sería el efecto en el ánimo de las personas, Gómez Pérez consideró que el impacto no se debe “psiquiatrizar” etiquetándolo como desvaríos de la “salud mental”, aunque podrían expresarse acentuadamente enojo e inconformidad, es decir, algo que, en apego a la tradición judeo-cristiana: “buscar al culpable”.
“Desde varias semanas atrás, la jerarquía católica advirtió el riesgo sanitario que habría al abrir las puertas del atrio de la Basílica de Guadalupe. Eso será una de las necesarias limitaciones de mayor impacto a las tradiciones culturales de los estratos más pobres del país”.
No obstante, planteó el investigador, siendo obligadas las medidas “Quédate en casa” y cumplir con la “Sana distancia”, indiscutiblemente se está limitando el gregarismo prototípico del mexicano común. ¿Desembocará ello en alteraciones cognitivo-afectivas y de qué dimensiones? Aún es prematuro precisarlo”, concluyó.
Gaceta UNAM
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